sábado, 2 de octubre de 2010

ECOTURISMO CON ETIQUETA

La práctica de un turismo ecológico implica respeto a la vida, a la diversidad biológica y a los procesos ecológicos esenciales. Es decir, el turista eco no es simplemente el que se va a una casita de turismo rural y durante unos días está rodeado de naturaleza y animales; el ecoturismo se distingue del turismo de naturaleza por su énfasis en la conservación, la educación, la responsabilidad del viajero y la participación activa de la comunidad.
Los alojamientos verdaderamente ECO existen, y se están empezando a diferenciar de los que se las dan de ecológicos sin serlo, gracias a la creación de un certificado que acredita que lo son, pero de verdad.  Los que quieran obtenerlo, deberán cumplir con criterios de construcción y servicios benignos para la salud del cliente y la del entorno.

Existen diferentes certificados de calidad ambiental: el EMAS, que ostenta la red de paradores; la ecoetiqueta europea, la marca Biohotel o la más desarrollada en España, el certificado básico de ECEAT promovido por esta red europea de alojamientos rurales sostenibles. En estos momentos, ostentan esta marca varios establecimientos en Asturias, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Murcia. Por otra parte, la Fundación Ecoagroturismo y su portal en internet (ecotur.es) están trabajando junto a ECEAT para crear un estándar de calidad ambiental más exigente y con un sistema de auditorías, para comprobar que se cumplen realmente esos criterios a lo largo del tiempo. Es lo que se denomina Certificado ECEAT Premium, que será reconocible para el cliente por su símbolo, una margarita blanca y amarilla sobre un fondo verde.
Para que un alojamiento sea considerado ecológico debe ser saludable por su ubicación, selección de terrenos y materiales empleados. El edificio debe incorporar criterios de construcción bioclimática que reduzcan el consumo de energía, como invernaderos, muros trombe, uso de materiales aislantes como la paja o una orientación adecuada.
Suelen también incorporar energías renovables, como la solar térmica para calentar agua, calderas de biomasa o suelo radiante para calefacción o energía fotovoltaica o eólica para consumo energético propio. De esta forma, podrían llegar a ser autosuficientes, consumiendo la energía que producen sin necesitar de producción externa.
La Fundación Ecoagroturismo considera también que un ecoalojamiento debe respetar la tradición y la cultura local, el paisaje rural y la biodiversidad de su entorno. Además, la mayoría de ellos suelen estar en un entorno y paisaje exuberantes, ofrecen al cliente un trato cercano y familiar, productos ecológicos en su cocina e incluso algunos crían animales autóctonos de la zona.
Les gusta dar a conocer su día a día y ofrecen la posibilidad al viajero de participar en él enseñándole las instalaciones y colaborando si lo desea en alguna actividad.
De momento, el cliente eco suele ser extranjero; la mayoría son holandeses, alemanes, británicos y americanos, más concienciados con esta filosofía ecológica y no tan preocupados por el dinero. El cliente nacional todavía prefiere los alojamientos low cost pero seguro que en un futuro próximo, empezaremos a comprender la necesidad de practicar este tipo de turismo más agradecido con nosotros y con el planeta.

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